Diseñar sin pensar la cuarta barra
Sobre cómo improvisar me ayudó a ser mejor profesional. En un mundo obsesionado por el resultado y con absoluto pavor a la incertidumbre, confiar en ti y en el proceso es una gran ventaja.
Hace 15 años participé en la regional de Madrid de la ‘Redbull batalla de los gallos’. Para los que no sepáis de que va esto (que segramente seáis muchos), se trata de una competición de rap (La más importante, de hecho), en la que 32 participantes se enfrentan 1vs1 en un duelo de insultos, ocurrencias, juegos de palabras y lindezas varias sobre una base, con el objetivo principal de demostrar que estás improvisando, es decir, que lo que le estás diciendo a tu rival no viene preparado de casa y convencer a un jurado de que te tu desempeño ha sido mejor que el de tu oponente.
La modalidad de batalla en redbull, en la jerga de esta disciplina, se denomina «4x4 ida y vuelta». Esto quiere decir que un participante hace una intervención en la que propone algo durante 60 segundos y el otro le contesta, luego sucede lo mismo pero al revés, de modo que ambos tienen la oportunidad de demostrar que el intercambio de argumentos sucede al momento. Este concepto de 4x4 es importante para el tesoro de hoy.
En aquel momento, y ante un público que recuerdo como un ejército sin fin (No se veía el final de la sala), los nervios eran muchos, y desde luego la barra libre de redbull no ayudó a apaciguarlos. Yo era un completo principiante, nunca había competido en un escenario con micrófono, había improvisado con amigos en casas y en parques, pero eso era otra cosa.
Antes de salir, en mi cabeza efervescían ideas por si me quedaba en blanco (alguna solté seguro) aún así en todas las batallas intenté jugar con los números de la pantalla de tiempo y los estímulos del rival, obligándome a hacerlo al momento, os cuento esto para que tratéis de vivir conmigo hoy la presión de hacer el ridículo antes miles de persona cuando la disciplina te exige saltar al vacío, se trata de un ejercicio de confianza en tus capacidades absurdo.
En cualquier caso pasé dos rondas y perdí en semifinales. En ese momento estaba muy verde, con el tiempo mejoré, pero lo más importante de aquella experiencia es que me di cuenta de que el concepto de salir a insultarme con otros raperos a esa magnitud y lo que conlleva, las críticas, los aplausos, los comentarios en youtube y los abucheos no iban conmigo ni con mi incipiente ansiedad, asique decidí no volver a competir.
Esta disciplina, en su faceta no competitiva se denomina ‘freestyle’. Y precisamente es ese el lugar al que volví, seguí improvisando, pero como mero hobby, como un ejercicio de agilidad mental y con el único afán de retorcer las palabras, estructurarlas, mejorar mi forma de rapear y como soporte a la escritura de canciones. El resto es historia, algunas maquetas tristes, algunos temas en youtube un par de directos y toneladas de letras que me ayudaban principalmente a exteriorizar las miserias y momentos bonitos que me iban sucediendo.
Aprender haciendo sobre música
Lejos de venir yo aquí a dar lecciones a nadie, ya que mi conocimiento musical es meramente intuitivo y basado en hacer cosas. Voy a intentar contarte uno de esos atajos de conocimiento que adquirí para poder escribir y adaptarme a las instrumentales a la hora de grabar temas.
Tal vez hayas oído el término «¡Barras!» a modo de «meme» en los últimos años, es una expresión que se ha popularizado para afirmar que alguien ha dicho algo innegable, una verdad incómoda, algo así. (¡Barras!).
En el rap las barras siempre se han usado como unidad de medida para determinar la longitud y la cantidad de frases que cada artista tenía para intervenir en una canción.
Por ejemplo en este verso de Mac Miller (DEP), podéis ver como en su frase o verso hay 5 compases, y cada compás tiene cuatro tiempos o «barras», que son entre las que se producen las rimas (ABAB, ABBA,AAAA, etc):
Por tanto, cuando hablamos de un 4x4 o 4/4, en las batallas, hablamos del número de intervenciones de cada participante. Con una instrumental a 90 BPM (Beats per minute), aproximadamente cada freestyler tiene 60 segundos para ejecutar esos cuatro compases en su turno.
Pensar rápido o saltar al vacío
En términos de freestyle y simplificando un poco se podría decir que hay dos corrientes principales a la hora ejecutar las rimas. Aunque como consumidor puedan parecerte similares, los procesos mentales de los que las ejecutan son completamente diferentes.
Llamémoslas: “Pensar rápido” y “Saltar al vacío”.
La cuarta barra es la que tiene más impacto para el espectador, es la que se grita, el el «punchline» (ABA B), en la que si alzas la voz un poquito y tienes algo de puesta en escena el rival va a recibir su bofetada sonora con el consiguiente griterío del público.
Esto es importante para entender la primera forma de improvisar. Algunos freestylers, piensan durante la batalla sus cuartas barras, son las respuestas a lo que les está planteando su rival, saben lo que quieren decirle y entonces construyen hacia atrás desde algo ingenioso que ha pasado por su cabeza. Esta forma de hacer «free» suele conllevar en muchos casos el sacrificio de las tres previas, con frases más pobres o de relleno, mensajes menos ornamentados para llegar a un final muy efectivo que va a levantar al público. ¿Están improvisando?. ¡Si!. Las respuestas se les ocurren durante la batalla (Si responden…), pero su proceso mental consiste en pensar rápido un ataque y en asegurar el impacto por encima de la construcción.
En la segunda forma de improvisar, que hemos llamado «saltar al vacío», el freestyler rapea con la mente en blanco, recoge el último estímulo que le lanza el rival y a partir de ahí empieza a construir. De cero, barra a barra, esto hace que por el camino surjan juegos de palabras, que se sirvan de cosas que sucedan en tiempo real, que estructuren y logren momentos realmente mágicos. ¿Cuál es el problema?. El riesgo, a veces salen cosas impresionantes, pero por desgracias no es así siempre. Suelen tener los «picos», la espontaneidad y las construcciones más bonitas, argumentan y tienen cuatro barras más coherentes, pero las cuartas a menudo pasan desapercibidas, no generan en el público el mismo impacto que cuando están “pensadas”. En ocasiones, además, si no están frescos o han estado entrenando la agilidad, por el camino se pueden trabar o caer porque lo están haciendo al momento en modo automático. Los mecanismos mentales y los procesos que usan estos freestylers suelen estar más asociados a la combinación de sonidos, asociación de palabras y al storytelling.
¿Cuál es el punto, entonces?. Cuando improvisas mente en blanco, lo que valoran (los que entienden lo que estás haciendo) es tu proceso, el camino hasta la solución y a lo largo de este recorrido, sobre todo si tienes experiencia, acaban apareciendo lugares mágicos y desenlaces inesperados, ese riesgo favorece la innovación y se aplaude. El caso de los que piensan en la cuarta, va orientado al impacto, a la efectividad en un público más desconocedor de la disciplina, levantan a la grada, son más ingeniosos. La pega es que están saltando a la solución tan rápido que es fácil acabar cayendo en lugares comunes y el fin justifica el medio.
Supongo que a estas alturas denotaréis en que bando estoy yo, ¿verdad?.
Exponer la magia
Esta newsletter es un alegato personal a confiar en el proceso y no tener miedo a la incertidumbre del «output» desconocido. Crear cosas, ya sea diseño o cualquier otra forma de expresión, es una combinación de método, práctica, técnica e intuición.
Sin embargo, para mí, el acto de crear va más allá de la mera ejecución técnica; implica dedicar tiempo a conectar ideas, a asociar conceptos y a sumergirse en la dinámica de la investigación, que a veces nos impulsa hacia adelante y otras nos obliga a retroceder, a borrar nuestras huellas o a avanzar con la certeza de un ejército en marcha hacia la victoria.
Recientemente, en una conversación con un colega, abordamos este tema. Discutíamos sobre el proceso de síntesis de información que se lleva a cabo durante la investigación en diseño. Le confesaba que personalmente no me siento cómodo con las "grandes ideas" que surgen espontáneamente durante las entrevistas, esas intuiciones iniciales que muchos investigadores capturan y empiezan a vislumbrar durante la investigación y una vez alcanzadas se justifican. Me parece una habilidad impresionante, optimiza el tiempo y suele resultar en conclusiones precisas, potentes y efectivas, pero me incomoda que le voy hacer, de hecho, creo que va en mi contra muchas veces.
Yo me siento cómodo arrancando una máquina de descubrir, donde la información se transcribe y se reformula extrayendo señales en un lienzo público y transparente. Utilizo "post-its" para condensar el lenguaje, agrupo las señales por temas, filtro la información recopilada, profundizo en ideas o conceptos que no comprendo bien, y construyo y deconstruyo diagramas. A menudo me frustro al encontrarme en callejones sin salida y percibo la inquietud de mis jefes porque el informe de conclusiones sigue sin estar listo mientras estamos jugando con las ideas. Y les entiendo perfectamente. Pero creo que el proceso es valioso; porque me ayuda a asegurarme de que cada afirmación que haga en el futuro tendrá un porqué claro en el mapa de mi cabeza.
Siempre invito al equipo a participar en este proceso, para potenciar la visión compartida del problema También compartimos los avances con todos los que esperan las conclusiones de la investigación, por si les interesa echar un vistazo. El propósito es hacer visible el pensamiento de diseño, exponer la magia y demostrar que hay un método riguroso detrás de cómo organizamos y damos sentido a la información. Y al final de este caos organizado, emergen las conclusiones, muchas de las cuales se asemejan a las intuiciones iniciales de esos investigadores más instintivos. Pero entonces, ¿Porqué tanto rollo?¿Para qué sirve dar tantas vueltas?.
Principalmente porque, aunque no siempre es así, cuando no piensas la cuarta barra de repente nacen lugares inesperados a los que no pensabas que pudieras llegar, y se te ponen los pelos de punta y es ahí cuando este trabajo se convierte en el mejor trabajo del mundo y sabes que una IA nunca habría llegado a esa conclusión, al menos no con facilidad, porque tu has modelado el camino con experiencias personales, vivencias e historias. Porque los riesgos tienen recompensas. Y por encima de todo porque creo en la ciencia y la ciencia consiste en ponerlo todo en duda, especialmente a ti mismo.
Empiezo por la anécdota: grabada en la memoria aquella batalla de gallos en una furgoneta camino de Santa Rosa (Colombia). Momento brutal.
Obvio decir que me flipa la capacidad que tiene la peña que hace freestyle para improvisar sobre la marcha y a toda hostia. Mis dieses.
Pero lo que me ha traído a la cabeza tu post es esa obsesión mía, como investigador, de recordar que la cuarta barra ya vendrá; que primero hay que escribir las tres primeras, que cada paso abre puertas, tira hipótesis, manda a la mierda ideas iniciales; mi puta obsesión por no enfocar la investigación desde la solución, sino desde la voluntad de descubrir.
No conocía esa faceta tuya… 🙈